Les fotos que afegeixo avui, són d'un encàrrec que vaig fer fa unes setmanes. Es tracta d'un mòbil d'ocells per un nen que es diu Ian.
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Parece que después de las lluvias y de el cielo encapotado de las últimas semanas, el sol y el calor se imponen anunciando que el verano ya está a la vuelta de la esquina.
Des de mi ventana, escucho a los los pajaritos piar. De vez en cuando, uno vuela y se posa en el cableado de la luz, o en el olivo del patio. En todo caso, su música es una melodía feliz y su preséncia avala la época próspera de la plantación en que nos encontramos y nos acompañará durante los meses de la cosecha.
Espero la vuelta de estos animalitos como agua de mayo, pues el Invierno me resulta hermoso y triste a partes iguales. Para mí, la nostalgia es así de extraña, y el frío me llena de ella.
Pero hoy, por mi ventana entran los sonidos del verano. Las hojas del enorme árbol se mueven con la brisa mañanera y el temblor vuela por el aire sirviendo de comitiva sinfónica a los pajarillos que cantan en este concierto particular.
Parece que las ramas estén nerviosas y las hojas tengan el baile de San Vito. Las montañas, se recortan en el horizonte, detrás de los campos lozanos de viña verde. El patio está precioso lleno de flores y en nuestro jardín, hasta los cactus exhiben tímidos rosetones en sus extremos.
Ákrata se echa una siesta a la sombra, con los ojos entrecerrados, y si escucha la puerta se despereza perezosamente arrimando el hocico para que le haga unas caratoñas. Para mí es la más guapa del mundo, hasta cuando aparece con el morro hinchado porque se ha entretenido cazando avispas.
Después de recorrer el corto tramo de piedra, la calle desierta y sin esfaltar, me invita a dar un paseo hasta la casa de los vecinos que más adoro: mi yaya y mi yayo. Ella está en el patio tendiendo ropa, o dentro fregando los suelos con agua jabonosa. Me espera y saluda alegre, aunque ya no canta mientras coloca las pinzas de tender, como hacía antaño..
Cuando me vaya, echaré de menos todo eso. La paz de las mañanas, el gran árbol que danza, los pajarillos que vuelan hasta perderse en sus hojas. El bosque del final de camino donde construíamos cabañas entre los pinos y que hace unos años fué fragmentado por el río de asfalto que conecta mejor a los seres humanos con sus fábricas de hacer dinero. Poco a poco más deshauciados de naturaleza, de hogares y de recuerdos.
Aún así, sé que aquí siempre estará mi nido, y aquí siempre tendré el cobijo de las personas que quiero. En esta casa que mis padres y mis abuelos levantaron con sus propias manos y que tantas alegrías y disputas nos ha regalado.
Con todo esto, me viene a la mente una frase de Hodding Carter que me parece acertada y preciosa:
"Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas."
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des de mi ventana |
Y aunque sé que voy a echar de menos muchas cosas, cada vez estoy más convencida de que es necesario volar para superar el vértigo. Por si a caso, me llevaré a donde vaya mis casitas de pájaros para restaurarlas y colocarlas en mi ventana, a ver si así se acercan a verme.. aunque para ello tengan que meterse por las calles de alguna ciudad.
Una abraçada a totes, que em feu molt feliç amb els vostres amables comentaris i visites.
Feliç setmana i a volar!
Un abrazo a todas, que me hacéis muy feliz con vuestros amables comentarios y visitas.
Feliz semana y a volar!